Se llaman hábitos de estudio a aquellas conductas que los estudiantes practican regularmente, para incorporar saberes a su estructura cognitiva. Pueden ser buenos o malos, con consecuencias positivas o negativas, respectivamente, en sus resultados. Son el mejor y más potente predictor de éxito académico, mucho más que el nivel de inteligencia o memoria
Se incorporan con la práctica continua, y luego se vuelven naturales. Como buenos hábitos podemos citar: cumplir horarios; establecer una metodología, diagramar el tiempo con que se cuenta; llevar un ritmo constante; mantener el orden en el material; estudiar en un lugar silencioso y cómodo; utilizar técnicas para aprender significativamente, como la de subrayado, cuadros sinópticos y comparativos o mapas conceptuales; repasar; exponer en voz alta lo aprendido.
Mis hábitos de estudio son:
-Repasar todos los días en mi casa los temas que no comprendí completamente en clase.
-Repasar en un lugar silencioso y sin distraciones.
-Si tengo alguna duda la pregunto al siguiente día.
-Busco más información.
-Reduzco distractores como celular o televisión.
-Todo mi material lo preparo antes de comenzar a estudiar.
-Realizo mapas mentales o resúmenes, y les intento poner colores y diferentes tipos de letras.
-Memorizo conceptos difíciles, aunque no sea muy efectivo.
Contar con buenos hábitos de estudio, posibilitarán que una vez que el alumno ya no cuente con la guía permanente de sus docentes, pueda transformarse en alguien capaz de estudiar por sí solo, que es lo que se denomina estudiante con autonomía, además de que esos contenidos se acumulan en su memoria de largo plazo.
Se consideran malos hábitos de estudio: memorizar, tratar de incorporar el contenido a aprender a último momento, tratar de aprender en un lugar con poca luz, desordenado y ruidoso, ser desprolijo, estudiar cansado o con hambre, etcétera.
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